Como su titulo afirma, esta deliciosa novela breve es justamente eso: un divertimento. Ligera, alegre, elegante, como el mundo finisecular al que pertenecen sus aristocráticos y acomodados personajes, que tejen una trama argumental sencilla: el rey de Italia, Umberto I, se marcha a Suiza de incógnito para resolver un negocio personal. Pero no será el dinero la principal ganancia de su escapada, porque durante unos pocos días saboreará el placer de ser un hombre común: la libertad, la posibilidad del idilio amoroso, la ausencia de responsabilidades de Estado... Bajo una aparente intrascendencia, Divertimento 1889 esconde la crónica de una tragedia, la de su protagonista, y, en realidad, la de todos nosotros: no poder ser libres.
Guido Morselli (1912-1973) representa a la perfección un tipo de autor típicamente italiano: el escritor secreto, indiferente a la popularidad literaria, y que se revela solo tardíamente o tras su muerte. Junto a narradores como Gesualdo Buffalino, Salvatore Satta o, incluso, Tommaso Landolfi, Guido Morselli ilustra de forma insuperable esta peculiaridad de las letras italianas. Tras su suicidio en Varese, aparecieron obras tan singulares como Roma sin papa o Divertimento 1889 (las dos traducidas al castellano por Anagrama), entre otras.